Socios
en la curación
o por qué son
mejor cinco que uno
Por
Rab. Doctor Meir Levi Si nunca
fueras famoso sería suficiente Si nunca
hubieras pintado un cuadro sería suficiente Si nunca
te casaras sería suficiente Si nunca
tuvieras un hijo sería suficiente Si eres
como eres sería suficiente Si no
fueras tan hermosa sería suficiente Si no
fueras tan inteligente sería suficiente Si no
fueras tan talentosa sería suficiente Si no
fueras tan sensible sería suficiente Si no
fueras tan precavida sería suficiente Si no
fueras tan entregadora sería suficiente Si no
fueras tan perdonadora sería suficiente Si no fueras
tan amorosa sería suficiente Si no
fueras tan amada sería suficiente Por todas
estas bendiciones doy Gracias a Di-s Por tener
una hija como tú doy Gracias a Di-s Por cualquier
dolor que te he causado te pido perdón Dayenu
La
vida no es un paseo. Por mucho que busquemos enfocar las verdaderas alegrías de
vivir, encontramos que ésta constituye un reto continuo - minuto a minuto, día
por día
y año tras año. Su dificultad radica en que nos relacionamos con muchas otras
personas difíciles - padres, abuelos, hermanos, la pareja, así como también una
gran cantidad de amigos, colegas y conocidos.
Debemos
tratar asuntos que surgen de estas complejas relaciones, incluyendo problemas
mutuos como conflictos, sexualidad, asuntos financieros, falta de comprensión
de los demás y ser muy controlado o controlador. Generalmente, suponemos que
nos sentiremos mejor cuando cambie el comportamiento de quienes nos rodean, lo
cual en cierto modo es verdad.
Yo
quisiera proponer algo distinto. Pienso que hay un mínimo de cinco relaciones
claves que debemos trabajar, lo cual una vez entendido y puesto en práctica,
hará que los otros problemas puedan verse desde la perspectiva apropiada.
Nuestra relación con nuestros semejantes será más sana y feliz, o al menos más
soportable, y aún cuando gran parte la vivimos en soledad, nos
sentiremos menos solos y aislados.
Nosotros como sanadores
En
el fondo de todas nuestras relaciones está la necesidad de una mirada
introspectiva para admitir quiénes somos realmente: seres humanos imperfectos y
falibles; no tan buenos, caritativos ni altruistas. Todos poseemos lo que se
llamaría en términos populares un lado
oscuro - aquel que no mostramos tan fácilmente. Poseemos aversiones,
prejuicios, hábitos, actitudes, deseos y fantasías dentro de nuestros dominios
personales secretos, por lo cual sugiero que la primera relación que tratemos
sea con nosotros mismos.
Esto representa el mayor desafío de nuestra vida, y como con la mayoría
de nuestros esfuerzos, no es posible lograrla. Puedo hacer una importante
sugerencia: en lugar de negar lo que no deseamos aceptar en nosotros, una
estrategia es aceptar, tanto nuestros defectos como los de nuestros semejantes.
La
poetisa contemporánea Oriah Mountain Dreamer, en su poema "La
Invitación", escribió:
"Deseo
saber si pueden estar sólo consigo mismo, y si disfruta realmente de su
compañía en los momentos de soledad".
¿Cómo
puede alguien sentirse mejor estando solo? A esto se refiere John O' Donohue,
en su bello libro titulado, "Anam Cara: Un Libro de Sabiduría
Celtica". En gaélico, anam cara significa "amigo del alma". A
alguien así
le pueden confiar sus intimidades. O'Donohue también señala que la auto aceptación,
es igualmente importante. Al igual que
muchos grandes escritores y pensadores, acepta que cada persona no es una
entidad, sino muchas. La clave para lograr la primera y más importante relación
sanadora -con nosotros- es reconocer y aceptar que somos una unidad compuesta
de dualidades desafiantes, lo cual no es malo, simplemente humano. Emplear las
diferentes facetas de nuestra
personalidad no sólo puede alentarnos, sino inspirarnos, porque vemos nuestro
mundo distinto, haciéndonos más creativos. Como humanos, fuimos bendecidos con la
capacidad de entrar dentro de nosotros, para tomar cualquier talento, habilidad
o idea y usarlo para transformar nuestros problemas y sufrimientos. Siendo
creativos -en las ciencias o en las
artes- no solo podemos producir algo valioso, sino además vernos como socios de
Di-s en la Creación.
Solo
después de aceptarnos y adquirir mayor confianza, estaremos en capacidad de
escuchar nuestra verdadera voz interior, en lugar de aquella inculcada por
nuestros padres en la juventud, o las de nuestros propios hijos o familiares; o
expectativas sociales. Podremos escucharnos, quiénes
somos en realidad y qué deseamos realmente de la vida.
No
importa cómo
lo hagamos, lo esencial es lograr la paz interior. Nuestra primera relación,
puede llevarnos a un mayor auto- conocimiento y creatividad, trayéndolos
tranquilidad y comodidad.
Los
rabinos como sanadores
Aún
conociéndolos, nuestro paso por la vida nunca es fácil; como quiera que nos conduzcamos,
inevitablemente encontraremos obstáculos, rodeos y desengaños, por lo tanto es
natural que busquemos un lugar seguro donde resguardarnos en los tiempos
difíciles; y personas en quien confiar, que escuchen nuestros temores. En
nuestros viajes de autodescubrimiento y aceptación, muchos buscamos un
consejero, bien sea un psicoanalista u otro terapeuta, y algunas veces un Guía
espiritual, como un rabino.
Las
relaciones con terapeutas y rabinos son posibles porque somos aceptados cómo
somos, sin juicios ni amenazas; donde todo nuestro ser -incluso el lado oscuro-
puede expresarse cómodamente. Deseo aclarar que las respuestas rabínicas o
terapéuticas no necesariamente justifican o perdonan ciertos comportamientos,
sino que llevan a entender que los mismos forman parte de un proceso, de un
viaje de la vida, y de la situación de las personas. El Rey Salomón, en Kohelet
(7:20) escribió: "Ya que no existe ningún ser humano justo, que haga el
bien y esté libre de pecado".
Hace
poco, una mujer joven de creencias tradicionales visitó a un colega
rabino. Creció en un hogar viendo a su
madre y a su abuela encender las velas de Shabat todos los viernes, continuando
con esta tradición siendo adulta y durante su matrimonio. Hace algunos meses
sucedió algo que cambió su perspectiva y comportamiento, le fue diagnosticado
cáncer. Afortunadamente, se le practicó
una intervención con excelentes esperanzas de recuperación; pero el solo hecho
de tener que enfrentar esta enfermedad totalmente inesperada con los traumas y
desagradables tratamientos que conlleva, la sacudió hasta el fondo de sus
entrañas. Le comunicó a su rabino que había dejado de encender las velas,
quien, en lugar de mostrar enojo, como ella pensaba que lo haría, comprendió
que su reacción fue de decepción y rabia hacia Di-s. No sólo la comprendía,
sino, además, aceptaba su posición en ese momento de su vida. Le demostró tal
compasión que resultó la diferencia en su vida.
Compartiré
un ejemplo de mi función como rabino. En el transcurso de los años, muchos hombres
y mujeres vinieron a expresarme su culpa
por la pobre relación que tuvieron con sus madres. Aquellos con fuertes antecedentes religiosos o
tradicionales conocen el Quinto Mandamiento que nos ordena honrar a nuestros
padres. Aún así, una hija me comunicó: "No mantengo ninguna comunicación con mi
madre", y un hijo me confesó: "Sólo
visito a mis padres cuando es absolutamente necesario", teniendo distintas
razones. Uno dijo: "Es dominante y súper crítica"; mientras que el
otro manifestó: "lo que dice tiene sentido, pero me hace sentir como un
niño".
No
acepto las razones de estas personas para distanciarse de sus madres.
Anualmente
dirijo los servicios de las Festividades Mayores en el Cedars-Sinai Medical
Center, donde realizo lecturas y poemas especiales que creo que ayudan a elevar
el sentido de las plegarias, siendo un poema en particular el más solicitado
año tras año, y el cual deseo transmitirle. Fue escrito por Rhoda Marilyn
Lippel, es llamado "Dayenu", y dice así:
Las
reacciones del público me hicieron comprender que esto es lo que
toda hija desearía escuchar alguna vez en su vida. Como rabino, cuanto más me
compenetro con los sentimientos, mejores resultados obtengo de las sesiones de
quienes me consultan. Tiene muchos beneficios, especialmente una mayor toma de
conciencia de la Torá y sus mitzvot, y mediante la mejor comprensión de esta,
no sólo
incluyo comentarios sobre palabras y versículos, sino además una mirada
profunda a todos los personajes bíblicos, quienes también fueron seres humanos,
con sus conflictos, envidias y engaños. La Torá los presenta con todos sus
defectos, a fin de que entendamos nuestras vidas a través de las suyas. Los
rabinos están para ayudarnos en el proceso de auto comprensión, de manera que
esta segunda relación es también esencial para nuestra paz y bienestar.
Los terapeutas como sanadores
Esta
relación es la existente con nuestro psicoanalista o terapeuta. Como mencioné,
éstos tienen algo en común; la capacidad para aceptar nuestro ser y reconocer que nos encontramos en proceso de
recorrer nuestro único viaje por la vida. Mediante la evaluación y comprensión
de nuestra totalidad, unicidad, o shelemut, podemos ser ayudados a descubrir el
shalom, o paz interior.
Tengo
un cliente con una seria adicción al juego. Todo comenzó en su juventud con reuniones regulares para jugar a las
cartas; actualmente realiza frecuentes viajes a Las Vegas donde participa en
juegos de alto riesgo que ponen en peligro su nivel de vida y el bienestar de
su familia. No puedo simplemente decirle que detenga su comportamiento
destructivo, aunque trabajamos juntos para descubrir, en primer lugar, lo que esto
representa en su vida y las relaciones con su familia. En una relación
terapéutica, el terapeuta trabaja con el paciente evaluando su vida, con la
finalidad de comprender que siempre se pueden cambiar un patrón de conducta.
Tanto
los terapeutas como los rabinos pueden ayudar al paciente a descubrir nuevos
sentidos, percepciones y placeres en la vida. Una de mis metas es ayudar a los demás a captar el concepto de la
especialidad y santidad de cualquier momento en particular, hasta del más
doloroso. Mediante tal evaluación, el terapeuta podrá ayudar al paciente a
descubrir una vida más rica, profunda y significativa.
El
Anam Cara como sanador
Nadie
consulta a un rabino; ni todos van a ver un terapeuta, pero todos podemos
trabajar con los amigos, por lo cual deseo hacer una sugerencia muy especial
como parte del proceso de sanción. Como mencioné anteriormente, existe un libro
escrito por John O'Donohue, llamado Anam Cara: Un Libro de Sabiduría Céltica.
En gaélico, Anam Cara significa "amigo del alma", con quien podemos
abrir nuestros corazones, experimentar afinidades, hacer valer nuestros
sentimientos y poder llorar de manera saludable: podemos permitir a nuestro yo
expresarse, mientras que permitimos a los demás obtener reflejos, tanto de
nuestra luz como de nuestra sombra, que juntos forman nuestro ser único
explorador y complejo.
Nuestras
enseñanzas parecen referirse a este tipo especial de relación mediante el
hermoso concepto de "nafshó keshura be-nafshó".
"Sus almas se encuentran unidas". El Dr. J.H. Hertz, en su comentario
sobre la Torá, comentó: "La belleza y sentido de estas tres palabras hebreas no tiene traducción".
Dicha frase aparece únicamente dos veces en la Biblia: La primera, cuando
describe el lazo especial entre Yaakov y su amado hijo menor Benjamín (Génesis,
44:30), y la segunda, al indicar la verdadera y profunda amistad entre David y
Jonathan (Samuel I, 18:1).
Pensé
en la frase anterior cuando escuché la historia sobre un rabino piadoso de
Jerusalem que fue a consultar a un médico después de que su esposa sufrió una caída y
resultó herida. Al entrar al consultorio del médico,
el rabino comenzó diciendo: "Doctor, nos duelen nuestros pies". Eran
como una sola alma, y el dolor de ella también era el suyo".
Esta
bella relación fue descrita por O'Donohue de la siguiente manera: "Cuando
uno ama pone el alma en el otro, todas las barreras se derrumban, se rompen las
distancias. A esta persona le es
permitido entrar en las profundidades de su espíritu. Su presencia y vida
pueden convertirse en su piso. Hay que ser muy valiente para permitir a alguien
acercarse tanto, porque el cuerpo está dentro del alma, y el otro se vuelve
parte suya. En el amor verdadero sagrado se describe como dos almas gemelas:
las partes externas y los contornos de identidad se hacen absorbentes:
fundiéndose entre sí. Todos necesitamos amigos compasivos y amorosos con
quienes compartir, tanto los buenos tiempos como los malos, las frustraciones y
las dudas; así como también los triunfos y las victorias. Sin sentir ese tipo
de amor y aceptación, nunca estaremos completamente vivos y no podremos ser
totalmente sanados".
Di-s como el sanador final
Al
mismo tiempo que necesitamos amigos del alma, de carne y hueso, nuestras almas
anhelan una relación muy especial, que O'Donohue llama el anam cara divino, Di-s.
Lo mismo fue dicho en el siglo XVI por el Cabalista Rabino Eliézer Azikri, quien
residió
en Israel y compuso una hermosa plegaria en forma de poema llamada: "Yedid
Nefesh", que literalmente significa "amigo del alma", donde
describe una relación de amor con Di-s, que aún es cantada en el Kabalat Shabat.
Lamentablemente, la mayoría de nosotros crecimos creyendo que Di-s es algo
distante, inalcanzable, con quien sólo podemos comunicarnos a través de una plegaria.
No obstante, si revisamos nuestra relación con la Divinidad, comprenderemos que
una visión tan estrecha no sólo nos limita a nosotros, sino también, como si
fuera Di-s. Si nuestra relación con él es de amor, todos nuestros días y
actividades tendrán un nuevo significado y santidad.
Por
ejemplo, un hombre puede colocarse los tefilín todos los días de manera
rutinaria y automática, pero si llegase a comprender el verdadero sentido de
sus actos y palabras, todo el día tendrá una sensación de santidad. El profeta Oseas,
mientras se colocaba los tefilin, pronunció unas palabras hermosas y especiales
que fueron: "Yo
te desposaré por
siempre; en rectitud, justicia, bondad y piedad..." Si los hombres se percataran de dichas
palabras se darían cuenta que cada mañana se casan con Di-s, lo cual también es
aplicable a cada mitzvá o plegaria que realizamos. Al ver una mezuzá,
podemos admirar la hermosa pieza de arte que la envuelve: o podemos pensar en
las palabras de la Shemá que se encuentran dentro, y nos percatamos de que
todas nuestras acciones en ese lugar deben ser realizadas en santidad.
Por
lo menos, en un aspecto, nuestra relación con Di-s es más fácil de lograr que
con nuestros semejantes; recuerde que hablamos de aceptar nuestro lado oscuro y
a motivar a los demás en este sentido. Con
Di-s no tenemos necesidad de fingir, ocultar ni retractarnos. Rambam nos enseña en Hiljot,
Teshuvá 2:2, repetido en nuestras
plegarias: nos referimos a él como: Yodea Ta´alumot, "Aquel que
conoce todos nuestros secretos".
Por
lo tanto, siempre podremos hablar con Di-s, a sabiendas de que él nos comprende
y acepta como somos incondicionalmente, aún
con nuestros lados oscuros. Por supuesto, aún
así debemos continuar trabajando para mejorarnos, educarnos y elevarnos, pero
sin necesidad de pretender ser distintos. Por ejemplo, un filántropo y benefactor
pueden emprender un diálogo con
Di-s a sabiendas de que explota o maltrata a los obreros de su fábrica. él sabe que el Amo del Universo conoce todos
sus secretos; pero, ¿cómo podemos realmente comunicarnos con la Divinidad y
abrir nuestros corazones para aceptar Su presencia y voz? Sabemos que vivimos
en tiempos donde no existen los profetas, pero no nos percatamos que Di-s se
comunica con nosotros de diversas maneras, por lo general, a través de los
sueños. Aunque muchas veces no lo
percibimos, él trabaja a través de nuestro inconsciente inspirándonos,
guiándonos y dirigiéndonos por caminos de curación.
Aún
cuando nuestra relación con Di-s sea profunda y llena, debemos aceptar que al
igual que con nuestros semejantes, habrá momentos difíciles, lo cual también es
advertido por la Torá. Por otra parte, la bendición sacerdotal (Números,
6:25), dice: "Quiera Di-s iluminar su rostro sobre ti y concederte
gracia"; constituye nuestra meta y esperanza. Posteriormente, (en
Deuteronomio, 31:18), Di-s dice: "haster astir panai bayom ha-hu",
generalmente traducido como: "Yo con seguridad ocultaré Mi rostro ese
día".
¿Cómo
entender esta aparente contradicción, la existencia de un "rostro" o
Presencia de inmensa bondad capaz de bendecirnos, aún cuando se nos
oculta? Sugiero que comprendamos la
palabra hebrea "astir" no como "oculto" sino de la raíz que
significa "paradoja" o "contradicción". En otras palabras,
Di-s se nos presenta con múltiples facetas: Habrá momentos que veamos la
"oscuridad" y en otros, la luz de la divinidad, debiendo estar
preparados, y sabiendo que representa sólo
una de las fases de esta relación especial e infinita. Entonces, podremos
seguir manteniendo una estrecha "amistad" en épocas difíciles, y esa
conexión puede traernos paz, fortaleza y curación.
www.mesilot.org yeshiva@mesilot.org