El Shabat Interrumpido
Era un típico Shabat a la tarde en la
casa de Rabí Shmuel Hanaguid.
Mientras la familia estaba sentada en la mesa del comedor, a punto de
comer la comida de Shabat, Rabí Shmuel Hanaguid sólo podía sonreír por su buena
fortuna. Si bien estaba viviendo
en España, lejos de Eretz Israel, había sido bendecido con una buena familia,
un próspero negocio de alfombras, y la libertad de estudiar Torá como
gustaba. Di-s había sido
ciertamente bondadoso con él. Bruscamente, escuchó un
fuerte golpe en la puerta. ¿Quién
podía estar llamando durante la comida del Shabat? ¡Era muy extraño! El hijo de Rabí Shmuel fue
a la puerta, habló con alguien por un momento, y corrió otra vez al comedor
mareado. "Papá, hay un
ministro del príncipe esperando verte, y dice que es urgente". Rabí Shmuel estaba
sobresaltado. Él pensaba que sus
relaciones con el príncipe eran buenas.
¿Quién sabe? Al fin y a cabo,
esto era el Galut, y los judíos estaban en exilio. ¿Quién podía confiar en los gentiles para que trataran a los
judíos con bondad? ¿Qué quería el
príncipe de él? Para saberlo, Rabí Shmuel
corrió a invitar al ministro a entrar.
El ministro rápidamente contó el propósito de su visita. "El príncipe lamenta molestarlo en
su santo día, pero surgió un importante asunto, y me pidieron acompañarlo al
palacio inmediatamente." "¿He hecho algo para
ofender a su majestad?" ¡No, en absoluto! El
príncipe está agasajando hoy a importantes visitas, y los quiere impresionar
con su riqueza. El príncipe sabe
que usted lo puede ayudar si le vende una de sus excelentes alfombras. Por lo tanto, quiere que se presente en
el palacio inmediatamente para entregarle sus mercancías y concluir el
negocio". ¡Entonces era eso! Rabí
Shmuel evaluó la situación cuidadosamente. El príncipe era sumamente importante, y no podía ser
rechazado fácilmente. Sin embargo,
Rabí Shmuel no consideró su solicitud ni un momento. Era, después de todo, el sagrado Shabat, y su santidad no se
puede cambiar por un negocio. Rabí
Shmuel no perdió tiempo en decirle esto cortésmente al ministro. "Informaré su
respuesta al príncipe, pero no sé si su majestad se alegrará con
ella". Con esto, el ministro
salió. "¿Piensas que fue la
respuesta adecuada, padre?" preguntó uno de los hijos de Rabí Shmuel.
"El príncipe podría enojarse contigo". "Príncipes vienen y
van", dijo Rabí Shmuel, "pero nuestras sagradas tradiciones
permanecen constantemente en todas las generaciones. Ahora olvidémonos del príncipe y honoremos al Shabat con
canciones de Zemirot". Pero el desafío aún no
había terminado. Luego de haber
recitado el Bircat Hamazón hubo un segundo golpe en la puerta. Esta vez era un representante del
príncipe de más alto rango que el anterior. "Tengo aquí una declaración escrita del príncipe",
dijo. "Nuevamente pide que
usted venga conmigo a su palacio.
Si usted lo hace, será recompensado generosamente". "¿Y si no?",
preguntó Rabí Shmuel. "Pues el príncipe
decidirá cancelar todos sus tratos con usted y recomendará a otros a hacer lo
mismo". La respuesta de Rabí Shmuel
no tardó en llegar. "Dígale
al príncipe que será un honor para mi ir al palacio, pero después de
Shabat. Pero hasta que el Shabat acabe
no puedo. Lamento si le estoy
causando al príncipe alguna dificultad, pero esta es la voluntad de Di-s. El representante salió. "¿Piensas que el
príncipe realmente llevará a cabo su amenaza?" preguntó la esposa de Rabí
Shmuel. "Probablemente",
contestó Rabí Shmuel. "Pero todas las riquezas que el príncipe me pueda
dar no significan nada si tengo que violar el Shabat para lograrlas. No te preocupes sobre como vamos a
vivir si el príncipe deja de negociar conmigo. Vamos a sobrevivir.
Sólo confiemos en Di-s, Él nos ayudará. La noche ya había caído
cuando se escuchó el tercer golpe en la puerta. Esta vez, entró una banda de cuatro soldados dando órdenes
de llevar al Rabino directamente al palacio. Rabí Shmuel estaba listo para ir con ellos. "El Shabat terminó, ahora estoy
listo para ir donde ustedes digan".
Calmó a su preocupada familia, y salió con los soldados. Ellos condujeron a Rabí
Shmuel hasta el aposento del príncipe y salieron, dejando a los dos hombres
solos. Rabí Shmuel pensaba qué
tipo de castigo le correspondería.
Pero luego, miró de más cerca al príncipe... ¿Qué era esto?
Él no podía estar seguro, pero le parecía que el príncipe estaba
sonriendo, y estaba contento de verlo. "Le tengo que pedir
perdón realmente" - dijo el príncipe. "No quería molestarle en su santo día, pero quería
probarle en un punto. "Usted verá, un
príncipe vecino vino a visitarme hoy.
Él denunciaba que los judíos son gente avara que harían cualquier cosa
por el dinero. Yo le aposté que estaba
equivocado, y le conté sobre mi amigo Rabí Shmuel Hanaguid, que valora sus
creencias religiosas por encima de la riqueza. Nos pusimos de acuerdo en probarle, ordenándole que me
vendiera alfombras en el Shabat.
Mi invitado estaba muy sorprendido cuando usted se opuso no solo una
vez, sino dos veces, aun cuando esto significaba perder muchísimo dinero. "Usted cumplió más de
lo que creía, y por esto estoy agradecido. Como resultado, no solo que seguiré negociando con usted,
también le encontraré muchos nuevos clientes. Usted es realmente un judío fiel, y le deseo mucho éxito en
el futuro". El rechazo de Rabí Shmuel
de violar el Shabat, le fue pagado.
Fue muy exitoso y, más importante, ganó un enorme respeto por demostrar
que los judíos son leales a Di-s. www.mesilot.org yeshiva@mesilot.org